Esta isla es para viajeros especiales, sensibles, que saben disfrutar de la naturaleza, del silencio, de la belleza, y cómo no del sol y de playas solitarias.

La Graciosa es probablemente uno de los pocos lugares de Europa donde todavía no hay carreteras asfaltadas. Es la más desconocida y la que derrocha más serenidad de las Islas Canarias.

La Graciosa no es un lugar para el turismo de masas, se trata de una isla ideal en la que nos podemos olvidar literalmente de los zapatos. En cuanto a la ropa, es imprescindible traje de baño y un jersey ligero para la noche. Indispensable venir provisto con crema solar de protección alta, y una visera, ya que cuando nos alejemos de Caleta del Sebo, no será fácil encontrar sombra.

En Caleta de Sebo es donde se concentra toda la planta alojativa con pensiones, casas para estancias prolongadas, apartamentos, incluso una zona de camping acondicionada con zona de ducha y baños.

Desde la Isla de La Graciosa se pueden hacer excursiones a los Islotes que pertenecen a la Reserva Marina y admirar un paisaje bellísimo que aún permanece intacto.

Otra magnífica alternativa de conocer La Graciosa y sus exóticos paisajes, es subirse a una bicicleta. Existen senderos que nos conducirán a los rincones más especiales de esta geografía exigua, senderos que debemos seguir sin desviarnos de su trazado para evitar erosionar o deteriorar el terreno.

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