La Costa lanzaroteña es un universo de arena, solamente interrumpido por riscos de roca volcánica.
Las playas toman infinidad de formas y texturas, ofreciendo a quien las descubre, multitud de alternativas donde sólo resta decantarse por aquella que más se adapte a sus expectativas.
Calas, vastas extensiones de arena dorada, remansos de agua cristalina u oleaje encrespado, una gama de placeres irresistibles de los que resulta difícil abstenerse.
Aquel que visite Lanzarote podrá obtener satisfacción a cualquier esperanza que hubiese alimentado, ya sea la búsqueda de tranquilidad, o bien, la interacción con ese océano de fondos irresistibles.
Y es que el mar se ha recreado en las costas lanzaroteñas, al ofrecer un mundo de coladas volcánicas donde habitan multitud de especies que hacen las delicias de submarinistas profesionales y principiantes.
Una excelente comunión de viento y oleaje hacen de la Isla el destino idóneo para la práctica de deportes náuticos como la vela o el surf.