Cualquier persona que visita Lanzarote por primera vez cree estar recorriendo otro planeta. Los volcanes que salpican su superficie, las corrientes de lava y las caprichosas morfologías de las rocas que abrazan al mar evocan mundos muy lejanos, como Marte.

De hecho, científicamente, el paisaje esconde un mensaje planetario importante para la exploración del planeta rojo. Conscientes de su importancia geológica, científicos del Instituto de Geociencias instalaron en la isla uno de sus laboratorios hace ahora treinta años.

Una de estas líneas de estudio se centra en los análogos planetarios, estructuras geomorfológicas y procesos geológicos que guardan similitudes con Marte (y también con la Luna).

La UNESCO ha valorado la riqueza geológica española y ha reconocido como geoparques once enclaves, el último de ellos, Lanzarote y su archipiélago Chinijo, situado al norte de la isla. Con esta cifra, España es el segundo país del mundo con más reservas geológicas, solo por detrás de China.

En Lanzarote, toda la isla tiene un aire marciano. Más que lugares, los científicos destacan los procesos geológicos que tienen lugar y que pudieron ser habituales en el pasado del planeta rojo.

Uno de los enclaves que están analizando es Caldera Blanca, un volcán situado al noroeste de la isla. Los geólogos están estudiando sus procesos hidromagmáticos, en los que se relaciona el vulcanismo con el agua y se puede ver cómo ha interaccionado y evolucionado. Los resultados de la investigación se conocerán en los próximos meses.

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